¿Cómo se trata la depresión en personas que padecen dolor crónico?
Todas las personas hemos sentido dolor en algún momento de nuestra vida. El dolor es universal. Tememos el momento en el que vamos a sentir dolor. Y cada uno de nosotros reacciona de distinta manera ante el dolor físico. Además no todos los dolores son iguales y no todas las personas reaccionamos igual ante el dolor. Esto depende de muchas circunstancias, culturales, medioambientales e incluso de género.
Sentimos dolor porque tenemos inteligencia. Debido a nuestro cerebro evolucionado, somos capaces de sentir dolor y procesarlo.
Otra característica del dolor es que es desagradable. Y cuando una persona nos dice que tiene dolor, sabemos que sólo ella lo experimenta físicamente. Aunque no podamos sentir el dolor de otra persona, el dolor de un miembro de una familia impacta en toda esa familia. Cuando un miembro de nuestra familia tiene una enfermedad crónica, a menudo toda la familia se ve afectada. Los costes médicos y la preocupación emocional aumentan, a la vez que los ingresos económicos y las opciones de tratamiento decrecen. Se incrementa la frustración entre los profesionales de la salud, conforme las opciones de tratamiento se extinguen y el estado de dolor no disminuye o empeora (Miró, 2006).
Tradicionalmente se ha distinguido entre dolor agudo y dolor crónico. El dolor agudo se produce por una alteración de un tejido. El dolor crónico también puede surgir por una lesión, o por una enfermedad, como la fibromyalgia, pero se caracteriza porque se perpetúa. Como punto de referencia un tanto arbitrario y sin un valor contrastado, se suele decir que cuando un dolor supera los 6 meses se vuelve crónico.
El dolor crónico es el que permanece constante. Esto puede crear en la persona que lo sufre un tipo de comportamiento tendente a aliviar su sufrimiento, lo que puede generar mayor dolor. Y normalmente en este tipo de dolor no hay constancia de padecimiento tisular (Torres & Compañ, 2006).
Entendiendo el dolor crónico como una experiencia desagradable sensorial y emocional, podemos fácilmente adivinar que para determinadas personas esa experiencia emocional desagradable se convierte en su foco de atención, centrando su mundo en ese dolor, alejándose de su familia y amigos y encerrándose en una especie de aislamiento.
Uno de los problemas que se detectan en los pacientes con dolor crónico es la incidencia alta de la depresión. La intensidad del dolor está asociada con altas puntuaciones de depresión.
Lo cual es lógico. Pensemos en un punzante y nervioso dolor de muelas.
La depresión es una enfermedad mental grave que afecta no sólo al cerebro y a la conducta, sino al cuerpo entero. Convivir con más de un problema de salud a la vez puede ser difícil, por eso es importante contar con el tratamiento adecuado.
En la actualidad, los tratamientos más comunes para curar la depresión son:
- Una terapia cognitiva-conductual (TCC), una clase de psicoterapia, o terapia de diálogo, que refuerza a las personas para cambiar los estilos de pensamiento y las conductas negativas que pueden contribuir a su depresión.
- Un tipo de medicamento antidepresivo que contiene citalopram (Celexa), sertralina (Zoloft) y fluoxetina (Prozac).
- Un tipo de medicamento antidepresivo similar al ISRS que contiene venlafaxina (Effexor) y duloxetina (Cymbalta).
Tratamiento de la depresión por dolor crónico en la medicina integrativa
La medicina biológica o integrativa ofrece una nueva perspectiva para el tratamiento de la depresión asociada al dolor crónico.
Realizamos un tratamiento integral que valora todos los aspectos del individuo. Como siempre, nuestros tratamientos son individualizados.
Muchas veces a las personas con dolor crónico y depresión se les deriva a un psiquiatra. Pero cada paciente tiene una forma de presentación individualizada de su enfermedad y la medicina actual sigue sin encontrar una causa para esta distinta interpretación del dolor.
La primera etapa y fundamental es llegar a un correcto diagnóstico de la lesión o enfermedad que genera el dolor crónico, descartando otros procesos como patologías endocrinas, o alteraciones bioquímicas como anemias, que pueden ser causa de cansancio.
En Biosalud, siempre decimos que la causa de casi todo está en el intestino. Y no hacemos más que seguir una tradición médica antiquísima.
El intestino es la primera barrera inmunológica que nos libra de sustancias químicas indeseadas o patógenos, que pueden pretender pasar al interior del organismo. Al sistema inmunitario se le ha denominado «Sistema Inmune Asociado a Mucosas». Una salud intestinal deficiente genera «tensión inmunológica» y provoca una sobrecarga del sistema inmune, con el correspondiente estrés emocional.
También es preciso tener un sistema de desecho de sustancias eficiente. Este proceso de detoxificación lo realiza el hígado. Muchos pacientes con dolores crónicos tienen determinados polimorfismos de origen genético en las enzimas que median en los procesos de detoxificación hepática.