La salud del organismo depende de la salud del colon
La salud de nuestro organismo depende en un gran porcentaje de la salud de nuestro colon. Es fundamental ante cualquier enfermedad crónica (especialmente en las enfermedades del aparato locomotor) realizar como primera medida una limpieza del colon, evitando así la introducción de nuevas toxinas. Será obligatorio llevar una dieta estrictamente sana.
Es muy importante el papel que realiza la pared intestinal. Desempeña una tarea de pasadizo y de cambios bilaterales del colon. Se renueva cada 48 horas y las células muertas son evacuadas con las heces. La pared de nuestro intestino se constituye en una barrera frente a los microbios y las toxinas intestinales.
Una alteración cualquiera en la pared intestinal, por ejemplo por los malos hábitos alimenticios, podrá facilitar el paso de gérmenes y toxinas a su través. En este caso, podrán seguir dos caminos:
- Vía sanguínea, alcanzando el hígado a través de la vena porta, que los filtrará, destruirá y eliminará
- Vía linfática
Ante una invasión puntual de gérmenes y toxinas, el organismo pone a funcionar su sistema de defensa, decapitando todo intento de agresión. El problema aparece cuando la agresión es crónica, sobre todo en el caso del estreñimiento, en que el desbordamiento permanente de estas toxinas debilita progresivamente nuestras defensas naturales.
Un colon obstruido, sucio, será el asiento de un desequilibrio de la flora. La proporción de bacterias Escherichia coli, minoritarias en un estado normal (15%), se hace mayoritaria (85%) en detrimento de las accidóphilus, que se hacen minoritarias.
Los efectos de una alimentación desequilibrada (exceso de carne, café, chocolate, antibióticos, tabaco, etc) son una alcalinización del colon, de forma que se favorece el desarrollo de la Escherichia coli, responsable de abombamiento abdominal, meteorismo y flatulencia, fruto de la fermentación local excesiva, que engendrará una autointoxicación.
Este exceso de producción de gas y la consiguiente irritación constante de la pared intestinal, harán que ésta se deforme progresivamente. Esta deformidad se agravará por la relajación de la musculatura abdominal. Se producirá una estasis, un prolapso del colon que podrá originar un dolicocolon. La pared del colon se deformará igualmente, apareciendo divertículos, pólipos, ulceraciones, hemorroides, fístulas, fisuras, etc.
Estas deformaciones mecánicas del colon provocarán alteraciones en los órganos vecinos, en el abdomen y la pelvis menor. El prolapso comprimirá la vejiga y el útero, que se desplazará hacia adelante o atrás y deformará las trompas de Falopio, lo que perturbará el paso de los óvulos y provocará casos de esterilidad y quistes ováricos.
En el caso del hombre, esta hiperpresión repercutirá sobre la próstata, con perturbaciones urinarias y posible retención de orina.
Esta situación prolongada en el tiempo creará un círculo vicioso, agravándose los problemas originales: el útero incrementará su deformación, produciendo un fibroma que comprimirá el colon; la retención de orina agravará la intoxicación general.
La progresiva autointoxicación se sumará a estos problemas de tipo mecánico, con la diseminación de las toxinas producidas en el colon, las cuáles atravesarán la pared intestinal, se distribuirán por vía sanguínea y linfática y darán lugar progresivamente a problemas en todo el organismo, entre ellos, diversas enfermedades reumáticas.
Consecuencias generales de la intoxicación intestinal
Cuando las toxinas intestinales atraviesan la pared porosa del intestino y pasan al hígado y la circulación linfática, no ocurrirá nada si se trata de un hecho aislado y quedará restablecida la normalidad.
Si la intoxicación es crónica, las toxinas desbordarán al hígado y a los ganglios linfáticos, diseminándose por todo el organismo. A nivel local provocarán perturbaciones patológicas más o menos evidentes en función de la resistencia de cada órgano intoxicado a esta agresión. Es frecuente ver cómo una misma causa de origen digestivo (el colon atascado) podrá producir patologías secundarias e incluso terciarías, sin guardar, aparentemente, una relación directa con el tubo digestivo.
Los principales signos de intoxicación intestinal crónica
Estos signos pueden ser de diferentes tipos:
- Signos neuro-psíquicos: fundamentalmente la fatiga y la sensación de no poder acabar la jornada. Esta fatiga puede transformarse en una depresión. Y asimismo pueden manifestarse alteraciones del sueño, irritabilidad y migrañas. En este sentido, son importantes los trabajos de Baruk, que demuestra el papel de la intoxicación intestinal en la aparición de las psicosis, especialmente de la esquizofrenia
- Signos hepáticos: Si la llegada de las toxinas al hígado es masiva y repetida, las funciones eliminadoras del hígado se saturarán rápidamente y las toxinas pasarán al torrente circulatorio. Se genera así un verdadero círculo vicioso: el colon altera el hígado, que no realiza plenamente la digestión agravando el estreñimiento. El hígado intoxicado da lugar a un tono amarillento, boca pastosa, ojeras profundas, abombamiento abdominal y alteraciones del sueño, a la vez que aumenta el colesterol sanguíneo.
- Alteraciones musculares: Debido a la relajación de las paredes musculares, la estasis intestinal produce una flojera generalizada, netamente muscular. El resultado será un agotamiento profundo y un envejecimiento prematuro
- Trastornos cardiovasculares: El corazón puede verse afectado por su proximidad anatómica, ya que sólo los separa el diafragma. Si se da un estreñimiento muy antiguo, el colon dilatado comprime el diafragma, sobre el que reposa el corazón, dando lugar a dolores cardíacos, que evocan a la angina de pecho, o bien a alteraciones del ritmo cardíaco, sensación de falta de aire, etc
- Trastornos ORL: Son frecuentes la amigdalitis, sinusistis y rinitis crónicas, rebeldes a los tratamientos clásicos.
- Alteraciones cutáneas: Aparecen arrugas prematuras y deshidratación. También es típico el acné, algunas psoriasis y eczemas. Se detecta un doble disfuncionamiento: cólico y hepático, lo que explica la ineficacia de los tratamientos locales.
- Dolores violentos e invalidantes deben hacernos pensar en una intoxicación intestinal, sobre todo en casos de crisis gotosas, tendinitis, periartritis escapulo-humeral (hombro congelado), poliartritis reumatoide e incluso artrosis.
Hidroterapia de colon, la limpieza necesaria de las paredes intestinales
La hidroterapia de colon es la versión moderna de los lavados intestinales clásicos. Por un lado conectamos un aparato a un desagüe de fecales y a una toma de agua y por otro a una cánula que habremos introducido previamente 5 ó 6 centímetros por el ano, e introducimos unos 100 litros de agua para ir bañando el intestino grueso. De este modo en aproximadamente una hora, conseguimos limpiar las paredes del colon a una frecuencia de 1 a 3 litros por minuto.
La cánula tiene una doble función. Por un lado, un tubo deja entrar el agua limpia y por otro de mayor diámetro salen las heces mezcladas con el agua. Accionando alternativamente la llave de entrada y la de salida de agua, podremos eliminar completamente residuos del intestino grueso sin ningún tipo de esfuerzo ni molestia por parte del paciente.
La hidroterapia sirve como tratamiento y también como diagnóstico, al poder visualizar directamente lo que sale del colon: gases, exceso de mucosidad, alimentos mal masticados, parásitos intestinales, etc.
Lo más importante es que con esta técnica podemos restaurar la capacidad del colon como vía de eliminación del organismo.
A veces se puede introducir agua ozonizada para regenerar la mucosa intestinal y reponer la flora.
Si el terapeuta realiza a la vez un masaje abdominal, se facilitará la eliminación de las heces pegadas a las paredes intestinales.
Los resultados de la hidroterapia de colon en las enfermedades del aparato locomotor son sorprendentes.
Digamos que en general se deberían realizar unas cuatro sesiones al año, una cada 3 meses, fundamentalmente con el cambio de estación y después hacer una cura de frutas.
De todos modos, como toda técnica, tiene sus indicaciones y contraindicaciones. Se desaconseja su uso en las necrosis intestinales después de ser irradiados, patologías inflamatorias agudas, úlceras, sospecha de perforación gástrica, enfermedades cardíacas agudas, hipertensión arterial severa, neoplasias de colon, embarazo, intervenciones recientes de colon, hernias abdominales, fisuras y fístulas anales.
Ahora ya hemos visto cómo nos puede influir el colon y sus alteraciones en el organismo. Ya no nos sorprenderemos cuando el médico nos ponga a fruta y nos indique la necesidad de limpiar el intestino al acudir a la consulta con un problema reumático.