La Enfermedad de Lyme es la patología infecciosa y multiorgánica más frecuente transmitida por la picadura de garrapata al infectar el organismo con la bacteria Borrelia burgdorferi. Los mosquitos, pulgas u otros insectos infectados por la bacteria también son transmisores.
El diagnóstico de la Enfermedad de Lyme es difícil y complejo por presentar síntomas que suelen imitar a otras enfermedades crónicas y requiere pruebas muy especializadas que detecten la presencia de la bacteria en el organismo.
Uno de los síntomas de Lyme más conocidos es el eritema migrans, pero realmente son pocos los casos en los que aparece, o en los que se detecta, esta mancha roja en forma de diana o sarpullido. A partir del momento de la picadura, y hasta semanas e incluso años después, se evidencian una serie de síntomas que varían en función de la fase de la enfermedad en la que nos encontramos.
Esta es la enfermedad transmitida por garrapata más frecuente y su incidencia va en aumento. De hecho, la Comisión Europea ya ha alertado a los Estados Miembros sobre el aumento exponencial de esta enfermedad y la necesidad de una mayor especialización médica ya que las pruebas diagnósticas habituales son negativas en el 80% de los casos y, al no conocerse en profundidad la clínica de la enfermedad, los pacientes no reciben el tratamiento necesario.
La Enfermedad de Lyme puede manifestarse desde los primeros días, hasta semanas después de haber sido infectado. Si se detecta la enfermedad en esta fase, lo habitual es que un tratamiento antibiótico elimine la bacteria del organismo. Los síntomas del Lyme precoz son sensación de fiebre, escalofríos, malestar general y dolor de cabeza, dolor articular y rigidez muscular.
Los síntomas parecidos a los de la gripe que aparecen en las primeras semanas en un Lyme precoz pueden no manifestarse, lo que no impide que la borrelia avance en nuestro organismo. En este caso, las consecuencias son más graves. Podemos sospechar que tenemos Lyme si se da una debilidad o parálisis de los músculos faciales, alteración del ritmo cardíaco, entumecimiento y dolor, dificultad para respirar o dolor torácico.
Uno de los motivos por los que el Lyme crónico es difícil de detectar es porque se asocia a unos síntomas inespecíficos que aparecen incluso años después de contraída la enfermedad. Esta demora en el tiempo de aparición de la sintomatología hace que no se relacionen a la picadura de garrapata. Sin embargo, cuando se manifiestan, la enfermedad ya ha afectado a diferentes órganos y sus consecuencias pueden ser irreparables:
– Síntomas del aparato locomotor: inflamación crónica y/o dolor en una o varias articulaciones, dolores musculares o cansancio extremo que impide a los pacientes andar.
– Síntomas neurológicos: se manifiestan alteraciones de la sensibilidad, dificultad en la coordinación de movimientos, sensaciones extrañas e incluso problemas psiquiátricos.
– Otros síntomas: síntomas cardíacos, pérdida de la memoria a corto plazo, falta de capacidad de concentración, inflamación del cerebro y de la médula, neuralgia o dolor punzante en las manos y los pies.
El director médico de Biosalud es uno de los pocos expertos en España que cuentan con esta formación especializada. El tratamiento personalizado del Lyme es complejo por la deficiencia inmunitaria y el acúmulo de neurotoxinas que produce. Se combinan muchas veces tratamientos convencionales con antibióticos, con tratamientos de Medicina Biológica, como la hipertermia molecular, la oxitermia o la hipertermia corporal.
La ILADS americana (International Lyme and Associated Diseases Society) afirma que sólo el 50% de los pacientes diagnosticados recuerdan haber sufrido una picadura de garrapata. El primer indicio puede ser una erupción cutánea rojiza en forma de diana, Eritema migrans, o una artritis o cansancio extremo. Para el diagnóstico, en Biosalud realizamos un análisis exclusivo, LymeCHECK, que nos permite encontrar las bacterias causantes de la enfermedad e infecciones acompañantes.
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