En nuestro estilo de vida actual “no hacer nada” parece difícil. Sin embargo el sueño no solo es necesario sino que es uno de los hábitos que debemos mejorar para garantizarnos una buena salud integral.
¿Qué papel ocupa el descanso en tu vida? ¿Te vas a la cama al límite de la actividad o te preparas poco a poco para el descanso? En ocasiones el sueño se considera más que una necesidad, una obligación. Nos faltan horas en el día y solo dormimos porque estamos agotados pero actuar así es una equivocación: actuamos en contra de nuestra salud.
Muchas personas respetan su descanso y horas de sueño y no llenan de actividad su día o se quedan viendo series hasta tarde. Así consiguen levantarse bien y rendir durante el día. Y estas no son las únicas implicaciones del sueño reparador.
Mientras dormimos, nuestro organismo se encuentra en plena actividad -tanto es así que puede quemar en torno a 60 calorías cada hora- y los procesos biológicos se mantienen activos para reparar tejidos, restaurar funciones de nuestro organismo o equilibrar los procesos del sistema nervioso central, entre otras actividades.
Los riesgos de dormir mal –o poco – para la salud
Las fases 3 y 4 del sueño, conocidas por ser aquellas en las que el sueño es profundo, el metabolismo de la glucosa disminuye y el páncreas regula el nivel de insulina en la sangre por lo que dormir bien es especialmente importantes para las personas con diabetes.
Pero no solo eso, dormir bien también previene que padezcamos esta enfermedad. De hecho, la calidad del sueño influye en la secreción de leptina, una hormona saciante cuya regulación se asocia con la obesidad.
Dormir, además, cuida nuestro corazón. Influye en la presión arterial al aumentar el nivel de hormona del estrés en la sangre. Además, se relaciona con las posibilidades de sufrir una insuficiencia cardíaca. E incluso con un colesterol alto.
Quienes tienen problemas para conciliar el sueño la mayoría de las noches, tienen un 45 por ciento más de riesgo de padecer un infarto de miocardio que las personas que descansan desde que ponen la cabeza en la almohada.
El sistema inmunológico también depende del sueño ya que funciona en un ciclo luz/oscuridad. Una noche de insomnio activa este sistema y esto, a largo plazo, puede contribuir a la aparición de enfermedades inflamatorias y autoinmunes. Además, se considera que un sistema inmunitario que desarrolla sus procesos de forma óptima, nos protege mejor ante gérmenes y bacterias.
El mal humor no es la única consecuencia emocional de la falta de sueño. De hecho, dormir mal se relaciona con la depresión y la ansiedad ya que se liberan de forma constante hormonas del estrés.
En este repaso de patologías que podemos prevenir con un sueño reparador no podemos olvidar el envejecimiento prematuro. En este artículo explicamos cómo la menor secreción de melatonina acelera el envejecimiento de la piel y de las células del cerebro. Además, se disminuye la producción de colágeno natural dando a nuestra piel un aspecto más envejecido.
Dentro de los tratamientos de Biosalud Day Hospital te ofrecemos terapias para alcanzar un sueño de calidad y otras para reparar los efectos de dormir pocas horas o dormir mal, sobre la salud.
¿Qué podemos hacer para dormir bien?
El sueño es reparador cuando el cuerpo tiene capacidad para realizar sus funciones y no le pedimos que trabaje de más. Por eso, es importante evitar grandes ingestas de comida o el consumo de alcohol dos horas antes de acostarse. De hecho, cualquier alimento que nos cuesta más digerir o que nos resulta más “fuerte” debe eliminarse de la cena.
El consumo de estimulantes como el café o el té también debe controlarse. Cada persona sabe cómo le sienta y en qué momento del día debe para de consumir estas bebidas pero en cualquier caso, se recomienda evitarlas por la tarde y especialmente cuando se acerca la hora de dormir.
El ejercicio físico nos cansa y nos ayuda a dormir bien pero también activa nuestro organismo. Salir a correr o entrenar a última hora de la tarde o por la noche a una intensidad elevada, acelera nuestras pulsaciones y promueve la segregación de adrenalina. Por eso, tenemos que combinar dos factores: la intensidad del ejercicio y el tiempo que transcurre entre el final del entrenamiento y el momento de ir a dormir. Entonces ¿deporte? Sí, pero mejor a cualquier otra hora del día si hablamos de dormir bien.
La temperatura de la habitación y la ropa de cama o el pijama deben se confortables pero no agobiarnos de calor ni pasando un frío que no nos permitirá relajarnos. Si utilizas un buen edredón en invierno, no hace falta que mantengas puesta la calefacción y también es bueno bajar las persianas para evitar que la luz de la calle o los primero rayos de sol nos despierten antes de tiempo.
Y ¿qué ocurre con los dispositivos móviles? Lo último que miramos antes de cerrar los ojos y lo primero que vemos al abrirlos es nuestro teléfono móvil y no somos conscientes de que este hábito está perjudicando nuestra salud. Por no decir que el teléfono debería estar fuera de la habitación, o apagado, y las notificaciones silenciadas. Son “ladrones de sueño”.
La luminescencia de la pantalla puede engañar a nuestro organismo y alterar el ritmo de secreción de la melatonina, la hormona del sueño. Pero además, hacen que tardemos más en ir a dormir y altera nuestro ritmo de sueño.