Los expertos recomiendan dormir siete horas al día en la edad adulta y compensar el déficit de sueño con la siesta.
Conocer a través de un análisis si nuestra edad biológica coincide con la física, nos advierte de desfases de salud, modificables con tratamientos de medicina biológica.
La dificultad para comenzar a dormir, despertarse frecuentemente durante la noche o desvelarse antes de que suene el despertador y no volver a conciliar el sueño son, según la Sociedad Española del Sueño, trastornos del sueño que deben considerarse problemas de salud. Alrededor del 15% de la población general, sobre todo mujeres, sufre uno o varios de estos síntomas a lo largo de su vida.
Dormir mal produce a largo plazo envejecimiento cutáneo prematuro
Debido a la falta de sueño nuestro organismo produce menos melatonina. Una hormona, con funciones antioxidantes en el cerebro y en la piel, que regula el ciclo del sueño y permite que las células dañadas durante el día, a causa de la contaminación o las radiaciones ionizantes, se reparen. Este déficit comienza a agravarse a partir de los 35 años, cuando empieza a reducirse la producción de melatonina y a disminuir, por lo tanto, la protección de la piel.
A medida que pasemos más noches sin dormir, el cuerpo produce más cortisol, la hormona del estrés, lo que provoca una disminución en la producción del colágeno natural. Esta reducción provoca que la elasticidad de la piel empeore y que la rehidratación sufra, favoreciendo la aparición de arrugas. Una situación que, en algunos casos, provoca que la edad cronológica del individuo no corresponda con la biológica.
Conocer nuestra edad biológica
Averiguar si nuestra biología interna (la de nuestras células) se ajusta a nuestros años físicos es posible midiendo la longitud de los telómeros. Éstos son los extremos de las cadenas de ADN que se van acortando con la división celular. Cuanto más rápido se acortan, más rápido envejecemos.
Aunque la genética influye en este desfase, el 75% de las causas se debe, entre otros factores, al estrés o la falta de sueño. En Biosalud Day Hospital disponemos de un Análisis de Telómeros que consiste en un análisis de Sangre que, a través de unos parámetros, determina la extensión de los telómeros y da a conocer la edad biológica y el grado de deterioro biológico del organismo. Con el resultado de este análisis podremos personalizar un tratamiento y enlentecer así el acortamiento de los telómeros.
Programas de Biosalud Day Hospital para mejorar la calidad del sueño
Biosalud Day Hospital mejora el funcionamiento del organismo combinando sus tratamientos de alta tecnología con dietas específicas para cada paciente. Para ello, mantiene un nivel adecuado de aminoácidos y minerales que favorecen la liberación de la serotonina. De hecho, es en el intestino delgado donde se produce hasta el 90% de esta hormona asociada al control del sueño.
Nuestro programa Medical Wellness pretende reducir el estrés para poder conciliar el sueño de manera más efectiva. Proponemos dos programas: Executive para aquellas personas que llevan un estilo de vida muy exigente y Anti-Stress que reduce el cansancio psíquico.
Los trastornos de respiración durante el sueño, siendo el más común la apnea del sueño, provocan interrupciones en la respiración mientras se duerme. Estos parones tienen consecuencias negativas sobre nuestro físico y nuestro estado mental. Aunque existen varios tipos, la mayoría de las apneas suele estar provocadas por una deformación en la zona maxilofacial que puede tratarse con una intervención quirúrgica.
Las inyecciones de factores de crecimiento como tratamiento anti-envejecimiento evitan la oxidación celular. En Bisoalud Day Hospital contamos con gran experiencia en la aplicación de esta técnica de medicina regenerativa que puede complementarse con el relleno de arrugas, la radiofrecuencia o diatermia.
Por último, no nos podemos olvidar de un hábito tan sano como la siesta para ayudarnos a compensar el déficit de sueño. El premio nobel de medicina, Michael W. Young, defiende que la siesta surgió en África hace millones de años y que sigue formando parte de la biología humana a día de hoy. Este patrón de sueño debe complementar las siete horas que debe dormir un adulto durante la noche para que la salud de nuestro organismo y nuestra piel sea lo más saludable posible.